Qué
lástima que lastima.
(2005)
¡Qué
lástima! ahondó decir.
Qué lástima
que lastima mi corazón.
Qué lástima
que aquellos negros nubarrones suelen estar escondiendo soles de noche y de
día.
Lastima
verte de cerca con las manos atadas con tus lágrimas.
Qué lástima
no habernos encontrado… se nos fue otro día.
¡Qué
lástima! Qué lástima fue dejar las llaves sobre la mesa y huir. Haber sido… No
haber dicho tantas cosas, todo lo que lastima, todo lo que da lástima que no
da.
Lastima no
haberte vivido. Lastima no ver tus deseos, no darte regalos. Si vieras correr
el reloj que monté a mis espaldas, si dieras cuerda a las agujas, si golpearas
más fuerte la puerta, entonces, una vez abierta, ya no habría más lástimas.
¡Que
lastima! se quejan ahora mis ojos, mis labios, mis manos.
¡Que
lastima, dijo! Y la flor espinosa se ocultaba en su campana de vidrio.
Qué lástima que lastima, que sangra a mis dedos,
que oculta mis oídos, que tapa mi boca. Qué lástima que lastima no acercarnos,
no enroscar mi cuerpo, como serpiente, para dormir sobre tu piel. Lastima, y es
entonces que me dice que entre tanta lástima, lo único que cura, es estar con
vos.
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